En el amor no existe el miedo ni la venganza
¡Menuda frase!
Suelo consumir una marca de té en cuyas bolsitas individuales aparece un mensaje, y éste ha sido el último que “he recibido”. A primera vista es un mensaje bonito, sólo que dadas las circunstancias que estaba viviendo por aquellos días, me llegó muy adentro.
Como cada vez creo más en que casi nada ocurre por casualidad, ahí estaba mi té, hablándome, susurrándome y haciéndome volver a esa parte de mí a la que tanto me cuesta llegar, a mi yo más profundo y más auténtico, esa parte de mí que durante tantos años ha estado oculta, tapada, con miedo a mostrarse por si no era aceptada por todos, por si no era nada por todos. Por esa necesidad de agradar a todo el mundo a mi alrededor, creé una imagen falsa de mí, pensando en lo que los demás pudieran pensar de mí.
En estos momentos de mi vida, en que por fin ya no necesito que la aceptación venga de afuera sino que está dentro de mí, después de buscar desesperadamente el AMOR en cualquier persona, excepto dentro de mí, esa frase escrita en la bolsita de té cobraba un sentido que hasta ahora no había sido capaz de ver.
Durante varios años había estado tratando de buscar la mejor manera de lidiar con una situación que me estaba generando un desgaste emocional y energético que nunca había sentido y que me entristecía mucho; negociar, que no conciliar, con el padre de mi hijo los períodos que pasa con él. No era consciente de que un hijo no es propiedad de los padres, no es una cosa con la que se pueda negociar por muchas sentencias, jueces y abogados que te aconsejen de la mejor manera que saben y pueden.
Había tratado de hablar el mismo “idioma” que ellos, reivindicar mis derechos al estilo de ellos, en definitiva, ponerme a su nivel, un nivel que para mí es extraño, complicado e incómodo. Si eres de los que piensan que las cosas bien habladas, bien se entienden, comprenderás de lo que hablo.
Es tan fácil, o difícil, como preguntar a cada persona qué es lo que quieres o deseas, y llegar a una solución lógica, equilibrada y que beneficie a todos, sobre todo al niño que está en medio de y no es culpable de nada, lo más hermoso que ha permanecido de esa relación, mi mayor regalo.
He sido consciente de que, inconscientemente, estaba buscando venganza, de que todavía estaba tan asustada como para pedir consejos a otras personas a las que agradezco profundamente sus palabras, porque no podía decidir.
Como mi intuición me decía que la decisión sólo podía salir de dentro de mí, de mi verdadera esencia, he hice caso a mi intuición y no pensé en lo que dirían los demás. Porque el amor hacia mi hijo es infinito, porque mi amor fluye, porque el AMOR lo es todo y porque al fin entiendo que: porque te amo, te dejo libre. Ahora, si entiendo que en el AMOR no hay miedo ni venganza
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