«Sentir dentro»
Cuando escucho decir a alguna persona que es muy empática, suelo quedarme pensando qué será lo que le motiva a identificarse así, qué comportamientos, pensamientos y emociones justifican que es empatía. Y es que parece que las personas quieren ser empáticas o muy empáticas, como una cualidad positiva de su personalidad, y en bastantes ocasiones confunden la empatía con otras capacidades.
El sentido que tiene este artículo es precisamente poner algo más de claridad en cuanto a qué es empatía y qué no es. Y cómo, esta capacidad o habilidad puede beneficiar o perjudicar en función de su intensidad.
Incluso me arriesgaré a compartir algunos consejos prácticos para fomentarla y alcanzar y mantener un nivel óptimo y sano de empatía.
Qué es empatía
La empatía es la capacidad o habilidad que yo poseo de entender y comprender tus emociones y sentimientos, reconociéndote como un individuo similar a mí con mente propia. La empatía me permite comprenderte desde su propia perspectiva y no desde la mía. Me acerca a experimentar de manera indirecta tus sentimientos, a “meterme en tus zapatos”.
Podríamos definir qué es empatía como una capacidad o destreza tanto cognitiva como emocional o afectiva que teóricamente se desarrolla paulatinamente a lo largo de la vida.
Ser empática me permite entender los sentimientos de otras personas, sensibilizarme sobre lo que otras personas sienten de manera voluntaria.
Ser empática me aporta el placer de escuchar a otras personas y no solo lo que dicen, sino que también disfruto de analizar cómo se sienten mientras lo están contando.
Ser empática significa respetar las decisiones de las otras personas, independientemente de estar o no de acuerdo con ellas.
Ser empática implica no juzgar ni posicionarme a favor o en contra.
De manera que puedo ser empática no solo prestando atención a la comunicación verbal de la otra persona, lo que dice, sino también a la no verbal y paraverbal, cómo lo dice y lo que hace mientras se comunica conmigo.
Y no solo manifiesto mi empatía cuando escucho, sino que también lo hago cuando hablo, poniendo atención a cómo me expreso para evitar dañar a la otra persona, entendiendo que cada persona es distinta y tenemos distintas necesidades.
Ponerse en el lugar del otro
La empatía también puede definirse como la capacidad de ponerme en el lugar de otro, de entender su situación y los sentimientos que dicha situación está sintiendo la otra persona. Me permite conectar a nivel emocional contigo y poder percibir, reconocer y comprender tus emociones.
La empatía es una competencia de la Inteligencia Emocional, dentro de la llamada inteligencia interpersonal, que es la que nos permite relacionarnos e interactuar con los demás.
Solo si soy capaz de ponerme en el lugar de otra persona puedo percibir o imaginar su perspectiva de una situación y hacerme cargo en la medida adecuada.
En el camino de entender qué es empatía, también podemos decir que es una cualidad innata, una reacción inconsciente que me lleva a participar afectivamente en la situación de otra persona, pero puedo desarrollar esta habilidad trabajando otras capacidades y valores como la escucha activa, la comprensión, la tolerancia y la solidaridad. Puede inculcarse desde la infancia o puede ser un rasgo característico más o menos marcado de la personalidad que puede trabajarse.
Importancia de la empatía
Con todo lo anteriormente expuesto, resulta sencillo identificar la importancia de la empatía en nuestras vidas ya que empatía me permite establecer relaciones saludables y respetuosas que contribuyen a generar armonía y equilibrio.
La empatía supone observación, escucha y respeto hacia la otra parte, por eso es uno de los pilares para la comunicación asertiva.
Puedo considerar la empatía como un valor que me facilita identificarme contigo y vincularme de manera amable, respetuosa y comprensiva.
La falta de empatía puede identificarse por una falta de comprensión, por intolerancia, individualismo y hasta desigualdad.
La empatía implica tener la capacidad de diferenciar los estados afectivos de los demás y la habilidad para tomar perspectiva, tanto cognitiva como afectiva, respecto a la persona que nos expresa su estado emocional.
He detectado como algunas veces la empatía se asocia o confunde con la simpatía. La empatía va más allá de la simpatía.
La simpatía es una expresión subjetiva y espontánea de una preocupación por alguien que va acompañado de la por un deseo de mejorar su estado. Por ejemplo, cuando yo me enteré hace unos meses de que a un amigo mío le habían detectado un cáncer y deseé que el tratamiento fuera efectivo (que así ha sido y doy gracias por ello). La simpatía me llevó a tener una implicación más profunda, un sentimiento de afecto o inclinación afectiva hacia él que me hacía desear que las cosas salieran bien. La simpatía busca la aprobación del otro. Con simpatía me esfuerzo en hallar algo positivo al problema y tiendo a buscar una solución al problema o estado desánimo. Cuando siento simpatía, siento el mismo estado emocional que la otra persona, pero sin la necesidad de comprenderla. La simpatía implica que hago una valoración del otro y me impulsa a dar consejos.
Simpatizar con alguien supone coincidir, compartir valores con otra persona y resulta fácil cuando tenemos algo en común con esa persona. Otras veces simpatizamos para agradar o caer bien, para obtener algo a cambio y obtener su valoración, pero eso no es empatía.
La buena noticia es que la empatía se aprende, aprender para comprender, aprender para escuchar emociones y sentimientos sin juicio, centrada en la emoción y en la persona que atiendo, a nivel emocional.
Tipos de empatía
Ahora que ya parece estar más claro el concepto de empatía, voy a pasar a comentaros los distintos tipos de empatía, una clasificación que surge de las diferentes maneras de enfocar esta competencia.
Empatía Cognitiva
La empatía cognitiva es la que se pone en marcha desde mi nivel mental, lógico, o desde el razonamiento o intelecto. Cuando yo empatizo de manera cognitiva estoy intentando saber o comprender qué está pensando otra persona. Es una empatía por pensamientos, no conecto a nivel emocional.
Este tipo de empatía me convierte en mejor comunicadora ya que se basa en la información que conecta con la otra persona.
Es un tipo de empatía muy útil para motivar, negociar y comprender cuáles son las ideas de la otra persona acerca de un tema concreto.
En lugar de meterme en tu piel, me meto en tu cabeza.
Empatía Emocional
La empatía emocional está relacionada con los sentimientos, las sensaciones y las neuronas espejo. En este caso, cuando empatizo de manera emocional o afectiva, puedo percibir y sentir tus emociones y sentimientos, incluso en mi cuerpo. Esta empatía me permite mejorar las relaciones interpersonales.
Pero debo tener cuidado de no sobrepasar ciertos límites en los que puede ser dañina para mí; esto ocurre si no ejerzo cierto autocontrol sobre mis propias emociones y llego a contagiarme emocionalmente.
Aquí es donde quiero incorporar dos conceptos sobre los que leí hace tiempo y que ayudaron a entender qué significaba este autocontrol; se trata de la empatía seca y la empatía mojada. La seca es la que me permite empatizar, comprender, entender, percibir sin contagio, siendo dueña de mis emociones. La mojada es la me impregna de emociones que no son mías, me contagio y dejo de ser dueña de mis propias emociones.
Empatía Compasiva
Esta empatía involucra intelecto, emoción y acción y es la que me impulsa a ayudar a una señora que ha tropezado y se ha caído en la calle. Me empuja a ayudar, a tomar acción de manera espontánea.
No parece que esté tipo de empatía tenga ninguna contraindicación, sino que resulta deseable practicarla, sobre todo a día de hoy cuando algunos valores y normas de conducta solidaria están tan anticuados u olvidados.
Entonces, qué es tener empatía
Ser una persona empática significa entender y comprender, de ser consciente del estado emocional de la persona que tengo enfrente sin necesidad de que esta persona lo comunique explícitamente. Observar con atención para percibir las emociones de la otra persona sin que éstas alteren mi estado emocional. Sincronizar tanto emocional como cognitivamente con otra persona.
La empatía me permite adentrarme en el cuerpo y la mente de otra persona para poder tener su misma perspectiva de la realidad que está viviendo.
Es una capacidad o habilidad fundamental para relacionarme con otras personas.
Ser empático no significa ser emocional. Puedo ser muy empática y neutra emocionalmente hablando, con equilibrio en la manifestación de mis emociones.
Exceso de empatía y causas
Como en casi todo en la vida, empatía en su justa medida.
Ser una persona excesivamente empática puede generar mucha alegría, pero también mucho dolor.
El exceso de empatía o hiperempatía me lleva a tener respuestas emocionales desproporcionadas, cambios de humos y problemas para poner límites personales o dependencia emocional.
Llegar a un contagio emocional, puede ser muy agradable si las emociones de la otra persona la conducen a estado de ánimo positivos. Pero cuando la otra persona está sufriendo, puede resultar muy angustioso incluso provocar problemas de salud mental.
Cuando priorizo las emociones de otra persona, en lugar de las mías propias, puedo caer en estado de ansiedad o incluso depresión. Esto se llega a producir cuando hay un exceso de empatía emocional.
Este exceso de empatía puede llegar a somatizarse en mi cuerpo incluso con una bajada de mis defensas a nivel inmunológico.
Falta de empatía y causas
En el otro extremo está la persona fría o indiferente, insensible y carente de empatía, que no muestra afectividad. La falta de empatía me convierte en una persona egoísta, egocéntrica que no sé ponerme en la piel de los demás y no a no tener en cuenta sus sentimientos.
Por eso, no entiendo las reacciones de las demás personas ni tampoco los efectos de mis acciones sobre ellas. Tengo lo que se dice “poco tacto” a la hora de hablar con otras personas.
Como consecuencia de ello, la comunicación se dificulta.
Las causas pueden ser muy variadas, desde problemas psicológicos o del neurodesarrollo, problemas neurológicos, abusos psíquicos y/o sexuales hasta la falta de afecto durante la infancia.
Cómo trabajar la empatía
Puedes empezar a trabajar tu empatía manteniendo una escucha activa, lo que yo llamo es cuchar con los oídos, los ojos y todo el cuerpo. Escuchar con los cinco sentidos con la intención clara de entender a la otra persona, para entrar en su mundo, en su visión de la realidad y desde ahí percibir lo mismo que ella. Escucha sin prejuicios, con la mente abierta, con respeto, sin intención de aconsejar ni solucionar, solo escucha atentamente.
Para trabajar la empatía también es necesario hacerte consciente de que existen tantas perspectivas de una misma situación como personas la estén contemplando, es decir que no hay una única forma de ver las cosas y que todas son absolutamente válidas y respetables. Practica la tolerancia.
Y algo muy importante y necesario para poder trabajar en tu empatía es trabajar en tus propias emociones. Desarrolla tu inteligencia emocional, entrena tu capacidad de identificar tus propias emociones y sentimientos. Entrena tu habilidad para gestionarlos, para descubrir de qué te informan, qué te quieren decir, qué mensaje te traen y luego suéltalos, déjalos ir.
Lo contrario de la empatía es la ecpatía (del griego ek – patheia: “sentir fuera”), que es un proceso mental que provoca la exclusión o anulación de los sentimientos inducidos por otra persona. La ecpatía es una acción mental intencionada y positiva que compensa el exceso de empatía. Me protege de una “inundación” afectiva o de esa empatía mojada de la que os hablé anteriormente.
Dinámicas para trabajar la empatía
Dinámicas para trabajar la empatía: Adultos
- Cuando hables con alguna persona, deja de escucharla durante unos minutos y fíjate en todo lo demás. Habitualmente damos más valor al significado de las palabras que al resto de información que somos capaces de percibir. Te estoy hablando de la comunicación paraverbal y la no verbal (fascinante). Tono, corporalidad, expresión, volumen, cadencia, silencios… Capta toda esa información de forma consciente. Así pues, haz callar a tu mente racional y dale una oportunidad a la intuición.
- Para entender a otra persona intenta imaginarte qué le motiva a hacer lo que hace. Piensa en los retos que pueda encontrarse día a día. Reflexionar sobre eso un momento antes de hablar con él puede incrementar tu empatía
- Haz que la otra persona también ponga de su parte. Para que se abra más sencillamente pregunta ¿Cómo estás? y espera. Pon toda tu atención girando tu cuerpo hacia ella. No lo hagas sólo por cortesía o educación. Incluso tocarla ligeramente en la parte superior del brazo puede hacer que se sienta más comprendida y libre de expresarse.
- Evita exponer tus conclusiones. Suprime las observaciones (serían desde tu perspectiva y no desde la suya). No des consejo ni asesores, si cree que vas a dar un sermón, se cerrará. En cambio, si percibe que le entiendes no se sentirá solo en su problema y se abrirá.
- Parafrasea y reformula su mensaje, se sentirá más comprendido y lograrás que pase de hablar de hechos a hablar de emociones. Y esa es la clave de la empatía.
- Cambia tu hábito y sal varias veces al día de tus zapatos para ponerte en los de los demás. Entrena durante un tiempo y dentro de poco habrás generado hábito nuevo y saldrá de forma casi inconsciente.
Así podrás lograr mejorar tu empatía.
Mapa de la empatía
Existe una herramienta de pensamiento visual (visual thinking) que te me permite ponerme en el lugar de otra persona para entenderla y comprenderla mejor.
Las preguntas que figuran en el mapa de empatía son las siguientes:
- ¿Qué ve?
Se refiere a las gafas con el que la observo el mundo y cómo lo percibe.
- ¿Qué escucha?
Se refiere no sólo a aquello que escucho en los medios de comunicación o incluso a su estilo musical, sino también a qué escucho en las redes sociales.
- ¿Qué siente y piensa?
Estas preguntas son las más profundas, emocionales y hacen pensar. Son los sentimientos y las emociones, la forma en la que lo expreso.
- ¿Qué dice o hace?
Se trata de mi actitud y comportamiento en el día a día.
- ¿Cuáles son sus esfuerzos?
Se refiere a en los frenos, los miedos. Son las barreras y obstáculos que se encuentro en mi día a día.
- ¿Qué resultados espera?
Es lo que necesito para conseguir lo que para mí significa éxito.
A continuación, muestro un ejemplo de un mapa de empatía. Sobre el mismo dibujo se podrían pegar post-it o escribir las respuestas a cada pregunta:

Tal como aparece arriba fue diseñada por la empresa Xplane. Y ha sufrido alunas actualizaciones en los últimos años.
Esta herramienta también se usa para detectar necesidades y motivaciones de potenciales clientes o clientes ideales de una empresa y diseñar su perfil basándonos en sus sentimientos. Esto solo es posible si se llega a conocer el proceso interno de la mente del cliente al que solo se logra llegar por completo empatizando.
Empatía en coaching
La empatía es una de las habilidades básicas que todo coach de debe aprender a manejar y practicar con destreza.
Genera sintonía con la otra persona.
Como coach sé que debo empatizar con mi cliente para poder acompañar y ayudar a aprender. El acompañamiento del coaching está basado en la empatía como la capacidad de comprender y entender, de percibir la visión del mundo y el mundo interior del cliente.
Comunicarme de manera empática implica ser objetiva, dejar fuera de la conversación de coaching mis juicios y opiniones. Solo así puedo “ponerme las gafas” con las que mi cliente ve el mundo para verlo de la misma manera. Sólo así puedo generar un buen contexto y un espacio de aprendizaje donde se establece una relación de igual a igual. Donde sólo sé que no sé nada, por eso todo debe contármelo mi cliente.
El protagonista del proceso de coaching en todo momento es el cliente; se trata de sus sentimientos, emociones, pensamientos, necesidades, de su situación y de cómo la percibe y se percibe a sí mismo. Para poder empatizar con mi cliente necesito preguntar todo, para saber. Porque yo sólo sé de mí, de lo mío, de mi perspectiva y para acompañar a mi cliente necesito que me muestre la suya. Es la única manera de evitar presuponer o adivinar cuál es la situación de mi cliente, qué está ocurriendo en su vida, en su trabajo, qué ideas pasan por su mente y qué emociones impregnan su cuerpo.
Qué es la empatía: conclusiones
Para que la metodología del coaching funcione, coach y cliente deben poder entenderse.
La empatía genera un vínculo de confianza que favorece la comunicación entre coach y cliente. La empatía tiene que ver con acoger, recibir con calidez, hacer saber a la persona que todo lo que dice es bien recibido. Esta sensación será la que le permita reflexionar con profundidad, comunicar con libertad y apertura.
La empatía me ayuda a establecer una conexión honesta con la otra persona donde ésta se siente comprendida y escuchada con total aceptación, para poder conectar consigo misma, sin máscaras, con autenticidad.
No necesito vivir las mismas experiencias de la otra persona para poder comprenderla. No necesito compartir sus opiniones ni estar de acuerdo con sus criterios. Solo necesito la empatía para ponerme en su lugar.
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